Los videojuegos se han cobrado una nueva víctima en su ya larga racha violenta desde que fueron inventados, luego de que la saga “Assassin’s Creed” controlara por la fuerza la mente de un hombre que entró el pasado lunes a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, y apuñaló al sacerdote Miguel Machorro… O por lo menos esa es la nota que al parecer les gustaría a las autoridades.
Luego de que Juan René Silva, originario de San Luis Potosí, fuera detenido e identificado tras su agresión del 15 de mayo, las autoridades han vinculado el ataque directamente a la “obsesión” del joven con la saga de Assassin’s Creed, y para probarlo, han incluido en la carpeta de investigación FCI/ACI/UI-2C/D/0051/05-2017 una fotografía del tatuaje que el hombre tiene en el pecho, que es el logo de Abstergo Industries, parte central del juego.
El atacante se identificó inicialmente como John Rockchild, pero gracias a una persona que lo conoció en la universidad, se pudo dar con su nombre real. En una rápida revisión de su perfil de Facebook, se puede ver que Silva estudió Diseño Urbano en la Universidad Autónoma y Música en el Hermes Music Centre, datos por los cuales la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México no ha creado toda una teoría sobre el ataque… Pero el 2 de enero de 2016, el joven compartió que desbloqueó 7 trofeos en Assassin’s Creed III Liberation, y pues ¡claro! ¿pueden ver por qué las autoridades basan toda su teoría en que el joven tiene una obsesión con el videojuego, que le creó un trastorno de personalidad que lo llevó a cometer el ataque?
Una vez más, las autoridades parecen querer satanizar a los videojuegos, tal y como sucedió con la aprobación de una iniciativa que regula los videojuegos en el país hace una semanas, y culpar a la industria, porque es más sencillo que ver el verdadero problema social que está enraizado en lo más profundo de nuestro país.
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